lunes, 15 de abril de 2013

Goya asistido por el doctor Arrieta







1820. Óleo sobre lienzo. 115 x 79 cm. Minneapolis, Institute of Arts. 40.20 - Siglos XIX y XX. Neoclasicismo/Romanticismo 19.10.30 – Costumbres Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, provincia de Zaragoza, 30 de marzo de 1746 – Burdeos, Francia, 16 de abril de 1828), fue un pintor y grabador español. Su obra abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo. En todas estas facetas desarrolló un estilo que inaugura el Romanticismo. El arte goyesco supone, asimismo, el comienzo de la Pintura contemporánea, y se considera precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX. Fue pintado en 1820 que refleja la grave enfermedad —quizá el tifus— que padeció desde noviembre de 1819 en la que fue atendido por el médico Eugenio García Arrieta.
En el cuadro podemos observar a dos personajes principales y detrás de ellos tres personajes secundarios. El espacio no está muy determinado ya que no se aprecia el lugar exacto de los hechos.
Todos iban a despedirse de Francisco, sabían que su vida no se iba a alargar mucho más, era algo imposible, estaba muy debilitado y sin fuerzas de seguir.
Sus vecinos, amigos, hermanos, hermanas y otros familiares se encontraban en su casa llorando y desesperados de la pena y la impotencia de no poder hacer nada para mejorar el estado de salud de Francisco.
En ese momento apareció un hombre trajeado, moreno, de aspecto serio y malhumorado.
El hombre, era un médico muy prestigioso de la zona y se acercó para intentar ayudar a Francisco, no tenía muy claro lo que le iba a dar, ni tan si quiera si le iba a funcionar, pero en ese momento pensaba en buscar una solución para poderle salvar la vida.
Abrió su maletín, en él había numerosos artilugios y potes de distinto color cada uno de ellos, tenían un tamaño no muy grande, para ser más concretos, un tamaño pequeño y cada uno llevaba su pequeña inscripción con una letra no muy entendible e ilegible.
De él, sacó un pote, el más pequeño de todos, tenía un color poco común, entre verde fosforito y amarillo desteñido. Añadió una gota de un frasco que tenía guardado en la americana y lo mezcló durante varios minutos. Ana, su hermana, lo miraba extrañada y a la vez esperanzada. Ella era la hermana pequeña y la más responsable, era la encargada de llevar la casa ya que su madre había fallecido hacia 5 años por la misma enfermedad que sufría en ese momento su hermano Francisco. Su madre llegó a estar años sufriendo de dolor hasta que finalmente su corazón decidió pararse agotado del terrible sufrimiento.
El doctor pidió un vaso con agua y rápidamente Ana se lo trajo, puso el contenido del pote en él y lo volvió a mezclar todo.
Ayudó a que Francisco se incorporara en la cama y sorbo a sorbo le fue dando el contenido del vaso. Al terminar, Anna le preguntó al doctor que era lo que tenía que hacer y el doctor le respondió que esperara.
Pasaron cinco minutos, diez, veinte, treinta y Francisco no mejoraba…Al amanecer, Ana fue a llevarle el café de todas las mañanas. Al entrar en la habitación, el vaso se le cayó al suelo, derramándose todo el contenido y rompiéndose el cristal. Su hermano estaba muerto, ya no tenía pulso, no respiraba y su cara estaba completamente blanca.
Enseguida se dirigió a la consulta del médico, enfadada, cabreada, malhumorada, triste y decepcionada.
Al picar en la puerta nadie contestaba no había ni un alma en esa consulta. Volvió a su casa y antes de entrar encontró una carta en el suelo: ‘’ no había solución, así que he decidí cortar con el sufrimiento por su bien y por el vuestro’’

No hay comentarios:

Publicar un comentario